El sector financiero se enfrenta a un nuevo desafío con la aparición de los deepfakes, una técnica que permite crear videos y audios falsos de gran realismo.
La Inteligencia Artificial también moldea nuestra relación con los bancos
La capacidad de la Inteligencia Artificial (IA) para procesar grandes cantidades de datos, detectar fraude y realizar análisis avanzados ha llevado a su adopción en multitud de campos y la industria financiera no es una excepción. Cuando los bancos la utilizan con precisión y cercanía es un recurso de gran valor para mejorar la vida de la gente.
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a Inteligencia Artificial encuentra en el sector financiero un excelente ámbito de actuación. Unas veces desde la intervención directa y otras veces de una manera más sutil o incluso imperceptible, la IA puede aplicarse a todos los procesos implicados en la gestión bancaria (onboarding, movimientos en cuentas, ciclo de vida del dinero en cajeros, documentación manejada en ventanilla, interacciones con los distintos canales de atención al cliente, etc.) para moldear las relaciones de los clientes y de los trabajadores con los bancos.
Análisis de datos y personalización: perfeccionamiento del onboarding de cliente y la oferta
La capacidad para realizar análisis de riesgo y evaluar la probabilidad de que ocurran ciertos eventos es uno de los mayores beneficios de la IA. Esto ha permitido a las empresas financieras tomar decisiones más informadas y precisas sobre qué inversiones realizar y cómo gestionar sus carteras. Gracias al aprendizaje automático, la IA se perfecciona para definir tendencias, analizar patrones de gasto y asesorar mejor a los clientes. De este modo, ofrecen recomendaciones personalizadas y estrategias de ahorro que se ajusten a las necesidades individuales. Por ejemplo, la IA puede detectar cuándo un cliente tiene problemas para gestionar sus ingresos y diseñar soluciones adaptadas a sus circunstancias personales. La hiperpersonalización no solo ayuda a las empresas a retener a los clientes existentes, sino que también atrae nuevos clientes que buscan soluciones financieras específicas.
Detección del fraude
Uno de los casos de uso cruciales de la Inteligencia Artificial en este contexto es el de la detección del fraude. Los algoritmos de aprendizaje automático y el análisis predictivo se utilizan para detectar hábitos y anomalías en las transacciones financieras, lo que es muy útil para identificar y prevenir delitos en tiempo real. Esta aplicación protege tanto a entidades como a usuarios y, además, garantiza el cumplimiento normativo en materia de protocolos AML (del inglés anti money laundering: antilavado de dinero).
La IA también evalúa la solvencia crediticia de los clientes y predice su capacidad de pago, lo que sirve a bancos y fintechs a reducir el riesgo de impago y mejorar su rentabilidad. Por ejemplo, a través de los distintos canales de comunicación como aplicaciones de banca digital o SMS se pueden enviar notificaciones automatizadas para avisar a los clientes de transacciones que estén a punto de realizarse, como el cobro de un recibo o del seguro del coche. La IA juega un importantísimo papel en los procesos de verificación de la identidad. Si una persona vive en una ciudad y se registra actividad de las tarjetas en otra, es posible servirse de sistemas de geolocalización desde el teléfono móvil para comprobar la ubicación, notificar la operación y solicitar que se apruebe o no. Así, se previenen delitos como la suplantación de identidad.
Verificación de identidad y atención al cliente
En casi cualquier servicio que opere digitalmente encontramos ya asistentes en forma de cuadro de diálogo en vivo que resuelven nuestras dudas al instante. Son los chatbots: otra de las interesantes aplicaciones de la IA, especialmente útil en el espacio de bancos y fintechs. Estos sistemas de inteligencia artificial permiten a los usuarios interactuar con su entidad de manera más eficiente y cómoda, ya que pueden resolver consultas y realizar operaciones en tiempo real sin tener que esperar a hablar con un agente en vivo. Los chatbots también pueden proporcionar información personalizada y relevante sobre productos y servicios financieros, así como ofrecer recomendaciones basadas en los datos del usuario. Al automatizar tareas de atención al cliente que requerían de infraestructuras y recursos humanos, ayudan a reducir costes.
Tareas de alto valor: seguridad y compliance
La IA reduce el tiempo y los recursos necesarios para realizar tareas repetitivas, ya que puede procesar grandes cantidades de datos y llevar a cabo análisis complejos en cuestión de segundos, lo que redunda en una mayor eficiencia en la toma de decisiones. En el día a día de los empleados, ayuda a identificar y abordar problemas de cumplimiento dentro de los marcos y políticas establecidos por el banco o la fintech.
Al permitir que los empleados de las entidades bancarias se centren en tareas de mayor valor y complejidad, la IA les brinda la oportunidad de desarrollar habilidades y conocimientos más avanzados en áreas como la gestión de riesgos o la ciberseguridad. Esto no solo mejora la calidad del trabajo realizado, sino que también ayuda a retener el talento a largo plazo. Al mejorar la satisfacción laboral, la IA contribuye a optimizar la productividad y el rendimiento.
Generar confianza y ahorrar costes
Mantener la competitividad, relacionarse de una manera más humana y, por supuesto, ahorrar costes, son objetivos fundamentales de la apuesta por la Inteligencia Artificial. Todas las aristas de la IA tienen un reflejo en los presupuestos: desde la evaluación de perfiles de riesgo a la detección temprana de fraudes o el ahorro de papel en las oficinas. Aunque no debe ser el único fin, enfocar los recursos económicos a áreas de mayor valor como la atención al cliente o la oferta impactará en la imagen de marca y la generación de confianza de la entidad.
La adopción de la Inteligencia Artificial en la industria financiera ha demostrado ser de gran valor para mejorar todos los procesos implicados en la gestión bancaria. Como en otros sectores, las experiencias que provee dibujan un futuro en el que los avances digitales modifican las realidades del mundo físico.
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