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Caminando hacia un KYC digital confiable

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as transacciones digitales modernas exigen regulaciones en materia de KYC (Know Your Customer, es decir, comprobar la identidad de tu cliente) que en muchas ocasiones no reflejan la realidad. Estos protocolos, indispensables para verificar identidades, trazar perfiles seguros y, a partir de ahí, cerrar operaciones financieras con todas las garantías, deben actualizarse para operar en un entorno 100% digital. Un KYC efectivo se sirve de técnicas bien conocidas como la verificación de documentos oficiales o la identificación por vídeo; sistemas que, en cualquier caso, solo pueden aplicar los proveedores de servicios debidamente cualificados. 

La tecnología que se apoya en la inteligencia artificial y el reconocimiento de imágenes permite resolver en instantes la autenticidad de un documento de identidad. Basándose en algoritmos, estas herramientas establecen la relación entre el documento y la persona que dice ser la propietaria de este. Además, son capaces de cruzar miles de documentos oficiales de todo el mundo, con sus diferentes formatos y sus características anti-falsificación propias, y decodificarlos para proporcionar coincidencias. El máximo rigor en estas aplicaciones apuntalará la confianza del cliente, que no debería verse afectado por moverse en un entorno íntegramente digital.  

Tecnología enfocada en el KYC digital

En la verificación por vídeo o vídeo identificación, que es un complemento a la verificación documental, se compara a la vez que se graba la imagen a tiempo real del cliente, su documento expedido por un gobierno o administración pública (DNI, carnet de conducir, etc.) y se captura para dejar registro de este durante esa misma grabación. Las posibilidades de fraude se reducen al mínimo y, además, se pueden añadir capas de seguridad como las pruebas de vida activas o la asistencia mediante un vídeo agente especializado en fraude de identidad, en las que el usuario colabora con pequeños movimientos ante la cámara para corroborar que no se trata de una imagen estática sostenida o un deep fake. 

Precisamente, una de las acciones que están llevando a cabo decenas de países es la emisión de documentos de identidad electrónicos que sirven de apoyo a los protocolos KYC. Estos documentos gozan de respaldo oficial y suman capacidades a medida que las administraciones descubren las posibilidades de una sociedad cada vez más digitalizada. Los documentos de identidad electrónicos son de aplicación ya en votaciones, matriculaciones, firma de contratos y documentos en remoto, etc. Y acompañados de una grabación real del cliente y del documento, disminuyen los riesgos de falsificación. 

Resulta paradigmático el caso de Estonia que, a pesar de lo improbable que pueda parecer, es una nación pionera en materia de digitalización. Azuzada por una situación límite en lo económico tras independizarse de la URSS a principios de los 90, Estonia decidió revolucionar sus administraciones para abaratar costes. Así, creó en 1992 un sistema seminal de un documento de identidad electrónico que ha evolucionado con el tiempo y en la actualidad posibilita a sus ciudadanos el acceso a prácticamente el 100% de los servicios públicos. Solo algunos trámites como el divorcio o cierto papeleo inmobiliario exigen ya presencia física en el país báltico. Este documento permite la integración con las tarjetas SIM, lo que convierte los teléfonos móviles en poderosas herramientas de verificación. Estonia es toda una potencia en digitalización, que lleva a cabo constantes iniciativas para mejorar su esquema de identidad y para superar la brecha entre jóvenes y mayores o entre el campo y la ciudad; ha eliminado las barreras propias de la sociedad analógica en su gobierno, en la sanidad y, por supuesto, en la banca.  

Normativas para facilitar el KYC digital

A nivel global, muchos otros países están avanzado en la construcción de sistemas de identificación electrónica fiables y eficientes que suavicen todo el protocolo KYC. Canadá con su Marco de Confianza Pancanadiense (Pan-Canadian Trust Framework), Reino Unido y su Marco de Atributos e Identidad Digital (Digital Identity and Attributes Trust Framework) o Australia con el Marco de Confianza de Identidad Digital (The Trusted Digital Identity Framework) trabajan en normativas que tengan múltiples usos públicos y privados, que sean escalables, transparentes, auditables y brinden la máxima seguridad y privacidad. Todos ellos han creado organismos específicos que se encargarán de recopilar datos y testear la permeabilidad social antes de expandir sus programas. 

Con respecto a los países miembros de la Unión Europea, el marco eIDAS tiene como particularidad que pretende que la identificación electrónica que lleven a cabo instituciones, bancos y proveedores previa a la prestación de servicios sea válida en todos los países de la Unión. Para ello, cada estado debe tejer un sistema de notificaciones robusto y ágil. Europa, además, ha creado una cartera digital, que deberá cumplir con todos los puntos que dicte el marco eIDAS, con el fin de simplificar al máximo los procesos de verificación a sus ciudadanos. La Comisión Europea también quiere regular todas las carteras digitales que ofertan los desarrolladores de aplicaciones móviles para garantizar la seguridad al más alto nivel. 

Estos sistemas son una palanca de inclusión financiera en muchos casos, como es en el caso de India. Aadhar, lanzado en 2009, vincula datos biométricos de la población con un número único. El 95% de los adultos en el país asiático ya tiene su número de identificación, lo que ha posibilitado que el porcentaje de personas con acceso a servicios financieros se multiplique exponencialmente, pasando de un 35% a un 80% solo en el segmento 2011- 2017. Aadhar es el esquema de identidad digital más grande del mundo por número de usuarios y ha permitido reducir el fraude y asegurar que los beneficios sociales llegaban a los destinatarios correctos; facilita que los habitantes de zonas rurales y aisladas también tengan su identidad digital oficial. El KYC basado en este programa reduce tiempo y dinero y salva barreras socioeconómicas. 

Un proceso KYC digital completamente seguro no termina en la verificación de identidades, sino que debe apoyarse en un proceso de diligencia debida muy riguroso que comprenda en profundidad cuáles son las actividades del cliente y evalúe los posibles riesgos de blanqueo de capitales. La diligencia debida establece estándares mínimos para acreditar la confianza de un solicitante, referidos a la información que debe proveer o el número de verificaciones contrastadas en bases de datos. De este análisis puede derivar que se desaconseje llevar a cabo un trato o que se soliciten correcciones antes de cerrarlo. 

Contar con un proveedor de KYC potente, que comprenda las exigencias de digitalización actuales y en materia de cumplimiento normativo, es la vía para construir una buena reputación corporativa, implicando al cliente y abriendo la puerta a nuevas oportunidades. 

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